Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) es una figura única dentro el panorama pictórico español de todos los tiempos y uno de los más grandes genios del arte universal. Se merece un apartado aparte no sólo por la calidad y el carácter excepcional de su pintura, dentro de la discreción creativa del XVIII en España, sino porque además su obra, repartida casi por igual entre los dos siglos, supone un magnífico testimonio del tránsito histórico de nuestro país desde la placentera y tranquila vida dieciochesca a los problemas y crisis del XIX, cambios que el refleja en sus lienzos con extraordinaria sensibilidad y maestría.
Aunque su dimensión artística está por encima de épocas y escuelas y es debida exclusivamente a su inigualable personalidad, sus pinceles se inspiran sobre todo en el pueblo, en su alegría y en su dolor, en sus costumbres y en sus defectos, y en sus gentes de todas clases, erigiéndose en el mejor observador y a la vez crítico de los años que le tocó vivir, siendo su arte inseparable de sus propias raíces.
Su pintura carece de la objetividad y el misticismo que habían sido tradicionales en la escuela española, mostrándose como un canto a la espontaneidad, sin rigideces ni ataduras académicas y despreocupada de canon y corrección, pero perfecta en compenetración mística, cromática y compositiva, creando auténticas obras maestras en los numerosos géneros a los que se dedicó. Con sus obras llenas de personalidad Goya abrió las puertas a una serie de movimientos que se desarrollarían en el arte a lo largo del siglo XIX y comienzos del XX: romanticismo, impresionismo, expresionismo y surrealismo principalmente.
La evolución artística de Goya
Para poder hablar la obra de Goya y su evolución lo diviremos en 5 etapas:
- Primera etapa:
Triunfos profesionales y visión optimista de la vida, el dibujo de trazo continuo
y los temas amables.
Obras de temática costumbrista (ferias, romerías, juegos,...) con composiciones en las
que luce la gracia con elementos de luz y paisaje que tomados del barroco español, especialmente de
Velázquez. La formación pictórica de Goya se hizo dentro de la pintura tardobarroca y rococó, como ponen de
manifiesto sus obras de juventud.
Su viaje a Italia en 1770 le permitió entrar en contacto con el clasicismo imperante y con el naciente
neoclasicismo pictórico, como se deja notar en algunas de las pinturas de la Cartuja de Aula Dei y de la
Bóveda del Coreto del Pilar en Zaragoza.
Tras su boda con Josefa Bayeu, obtiene la protección de su cuñado, el pintor Francisco Bayeu, que le abre
las puertas de la corte, donde se instala definitivamente en 1774, dedicándose en principio a la realización
de modelos para la Real fábrica de tapices.
En su estilo en estos momentos predomina la sensibilidad Rococó. Es alegre y luminoso, rico de color y
seguro de dibujo, plasmando en los cartones temas populares que son tratados como grandes escenas de
género.
Al no sentirse a gusto con el neoclasicismo que se estaba imponiendo decidió recorrer su propio camino estético.
Obras: La merienda, El baile de San Antonio de la Florida, El quitasol, La gallina ciega, El pelele, etc.
- Segunda etapa:
En 1792 sufre una grave enfermedad que le dejará sordo, y a partir de entonces su
pintura se torna cada vez más tensa y dramática. También influyó en esto el destierro de sus amigos
ilustrados debido al miedo de la monarquía a las revoluciones a favor de la abolición del antiguo régimen.
Goya adoptará dos posturas antagónicas en su obra:
Una más amable en sus pinturas por encargo y otra que refleja las lacras sociales y su propia personalidad
atormentada.
Etapa de sufrimiento, de visión crítica. Creciente presencia del negro, predominio de la
mancha y el dibujo roto; temas dramáticos y sombríos.
El giro de su gusto hacia los aspectos tristes y sórdidos de la vida se advierte en algunos de sus cuadros de
estos años, como El entierro de la sardina o La casa de los locos, El albañil herido, La nevada,...
Al finalizar la centuria, realiza tres obras fundamentales: la serie grabada de Los caprichos finalizada en
1798, los frescos de la ermita de San Antonio de la Florida (1798) y el retrato de la familia de Carlos IV
(1800).
Frescos de la Ermita de San Antonio de la Florida
En los frescos de la Ermita de San Antonio de la Florida Goya refunde en su obra el ímpetu y la
grandiosidad barroca, ciertos efectos de gracia rococó y un expresionismo con deformaciones y
simplificaciones inauditas para la época.
Las brutales e inmediatas pinceladas, con mínimos contrastes de tono, estructuran un rostro, un cuerpo,
un gesto perfectamente definido.
Lo más asombroso es como Goya sabe, en una misma pintura, hacer
compatibles los desgarros con las más sutiles y refinadas bellezas ejecutadas con la técnica tradicional.
Se aprecia su especial sensibilidad hacia lo popular.
Esta obra tal vez marca un momento en Goya en el que posiblemente se dio cuenta de cuáles eran sus
posibilidades de libertad en concepción y factura.
Serie: Los caprichos
Se trata de 80 grabados (empleó una técnica mixta de aguafuerte, aguatinta y retoques de punta seca) que
representan auténticas sátiras de la sociedad y de la condición humana, tratadas con cierto humor,
aunando lo fantástico y lo anecdótico, y en ellos demuestra sus grandes dotes técnicas y dibujísticas. En
ellos lo onírico y lo realista se unen para producir una dura y atrevida crítica social.
Bajo el lema de que "el sueño de la razón engendra monstruos", presentó
seres humanos junto a bestias, visiones de patíbulo y de hechicería, además de un mundo de majas y
celestinas, chulos y mendigos, para censurar los vicios y errores humanos. Incisivas y cortas frases
2
epigrafían las estampas, aumentando su mordacidad y concretando más o menos la intención del artista,
tan oscura y sibilina en algunas ocasiones que preconiza aspectos de surrealismo del siglo XX.
Anticipan
la sensibilidad moderna y el desplazamiento hacia un arte dominado por la subjetividad y la libertad
creativa.
Grabados importantes: El sueño de la razón produce monstruos y Que viene el coco.
Retratos
Goya fue muy apreciado en su tiempo como retratista.
El retrato ocupa la mayor parte de su producción y
fue la principal fuente de ingresos del pintor.
Cautiva a su clientela por la profundidad psicológica de sus retratos, rápidos pero bien trabajados por el
estudio del natural. Desdeñó el retrato en el que lo accesorio acapara todo el interés, y se preocupó
fundamentalmente de la expresión psicológica del individuo, aspecto en el que es claramente discípulo de
Velázquez y Rembrandt. Si bien toma del genio barroco la penetración psicológica del personaje, a
diferencia de éste, Goya muestra su simpatía o antipatía por el retratado o por lo que representa
socialmente.
Ante él desfiló toda la sociedad de su tiempo, desde la realeza y la aristocracia (retratos de la familia Real,
de la duquesa de Alba, duquesa de Chinchón, etc.), hasta los intelectuales, artistas (Bayeu, Jovellanos,
Moratín) y personajes populares.
Realizó numerosos retratos de la familia real al ser primer pintor de la Corte, a la que representa sin
ninguna concesión al idealismo, con un gran parecido físico y, a la vez, demasiado humanos, casi
decadentes.
Entre todos ellos destaca el “Retrato de la familia de Carlos IV”
Retrato de la familia de Carlos IV (1800)
Un retrato colectivo que ofrece una novísim a
visión del retrato real, con los personajes en pie, en un ambiente desprovisto de toda escenografía y efectismo, dando una apariencia de opulencia casi de nuevos ricos, reunidos casualmente en un espacio
anodino.
Al igual que Velázquez, se retrata a sí mismo en una esquina del cuadro, a la izquierda, pintando
un gran lienzo como el sevillano, en un cuarto con cuadros colgados como en Las Meninas. La
inmediatez de la escena la acerca a la de una instantánea fotográfica, ya que aparecen aspectos de la vida
cotidiana y familiar de los personajes y la atención del espectador se centra en los rostros, auténticos
retratos psicológicos de la familia real.
Aparte de esta penetración en la personalidad y peculiaridades de
los retratados, el magistral tratamiento de la luz arranca destellos a las joyas, a las condecoraciones y a las
ricas telas, mediante una pincelada de toque suelto.
- Tercera etapa:
Los horrores de la guerra de la independencia le atormentaron. En sus cuadros y
grabados denuncia la brutalidad y la sinrazón de la contienda. Plasma en sus pinturas las acciones más
heroicas de la insurrección de España contra “el tirano de Europa”.
Serie: Los desastres de la guerra
El más temible el muestrario de sufrimientos y excesos provocados por una contienda.
En los cuadros patrióticos, durante la guerra, la composición se vuelve más trágica con la utilización
de escorzos dinámicos, puños crispados, o desesperadamente abiertos, etc. Etapa de puro expresionismo;
no son simplemente escenas lo que contemplamos, son símbolos de una sociedad, de una época.
Los fusilamientos del tres de mayo ( 1813-14)
En esta obra, Goya se comporta como un verdadero fotógrafo testigo de la masacre francesa a los
españoles durante la ocupación, documentando la despiadada represión y la brutal realidad de la guerra.
Se trata de una pintura sin héroes concretos, es una acción de una masa anónima.
La escena está
compuesta por tres grupos de figuras.
- Grupo de soldados: no tiene rostro, son figuras de uniforme, símbolos de un orden que es violencia y muerte.
- Otros hombres suben al montículo con sus manos cubriendo sus ojos.
- El tercer grupo está presidido por una víctima que aparece arrodillada e iluminada fuertemente por la luz de un farol. Este individuo forma parte de los héroes anónimos que están detrás de él; los que han muerto y aparecen ensangrentados en el suelo, junto a los que esperan a ser fusilados. Esta pintura expresa el dolor y el dramatismo de las sublevaciones de Madrid contra la dominación francesa, al inicio de la guerra de independencia española. La expresión de los rostros se anticipa al expresionismo. Las desgarradas pinceladas de grueso empaste son de tonalidades oscuras y con puntos de amarillo y rojo brillante. La pincelada es más suelta en la zona más iluminada. La luz se proyecta de forma violenta sobre el grupo de prisioneros, en contraste con el grupo de soldados, más oscuro. Destaca el rojo de la sangre del suelo.
Esta pintura servirá de inspiración para otros artistas como Manet (La ejecución de Maximiliano en
Mexico) y Picasso (Masacre en Corea).
- Cuarta etapa:
Cansado de la vida y decepcionado con la sociedad, sus pinturas. reflejan el pesimismo propio de un alma atormentada. Compra una finca a orillas del Manzanares (La Quinta del sordo). Allí, de noche, a la luz de las velas,
pinta un mundo de aquelarres, brujos, machos cabríos, etc.
Serie: La tauromaquia (1814-1816)
Es una nueva colección de entre treinta y tres y cuarenta grabados que sale a la luz en el año 1816,
describe las escenas taurinas de la época; los toros eran una gran afición del pintor. Encontramos a un
Goya ya anciano dedicado a seguir investigando en el campo de los grabados y donde nos presenta
escenas movidas, trágicas y festivas, testimonio sin igual de cómo era la fiesta a principios del XIX.
Pinturas negras (1819-1923)
Una serie de catorce obras murales. El nombre
no hace referencia al color dominante sino a que son la crónica negra de España. Son quizá las pinturas más personales que pinte Goya, en casi todas ellas hay una alusión, y algunas todavía no se han podido
interpretar con certeza. En cuanto al tratamiento del color, desaparece casi el colorido, los colores más
utilizados son el negro, ocre, rojo apagado... que Goya aplica en anchas pinceladas. Son de destacar:
Duelo a garrotazos, Viejos comiendo sopa, Perro semihundido, Saturno devorando a su hijos...
Saturno devorando a sus hijos.
A través de esta obra Goya penetra en el mundo del
subconsciente, de lo visionario, de la alucinación.
El tema: En este caso se trata de un tema mitológico,
Saturno. Lo alegorizado en este tema podría ser la
voracidad de la tiranía de Fernando VII en su persecución
contra los liberales.
El colorido: Utiliza el negro humo, tierras, algo de rojo. Los
tonos densos de pardos, negros y ocres interrumpen con
manchas de color brillante, en este caso el rojo. En esta
obra la tónica claroscurista de las pinturas negras ha llegado
a su máxima expresión. Las pigmentaciones de las
carnaciones (brazos, cuerpo) están aplicadas con una
ardiente ferocidad, digna de la temática del cuadro. Los
tonos rojizos de la sangre son la única nota colorista. Como
podemos apreciar, Goya ha reducido mucho su paleta pero
con sólo esos colores va a realizar las pinturas más
fantásticas de su obra.
La técnica se adapta a las terribles escenas representadas: se
simplifican las imágenes, se ejecutan con gran libertad
colocando pinceladas de color puro, sin mezclar, y manchas
de color. Esta es una de las más terribles pinturas negras
Pocas veces se ha representado en la historia del arte la expresión de tanta crueldad. Aquí el verismo
sobrepasa los límites de lo razonable para alcanzar una anticipación del expresionismo. El colorido, la
técnica, los ojos de Saturno desorbitados por la locura que se clavan en el espectador... contribuyen a esa
expresividad que caracteriza la obra.
- Última etapa:
Tras la reinstauración del absolutismo en 1823 y las persecuciones contra liberales y
progresistas, Goya se siente incómodo en Madrid y en algún momento llegó a estar oculto por miedo a las
acusaciones. En mayo de 1824, con la excusa de tomar baños en las aguas medicinales del balneario de
Plombières en Francia, solicita permiso a Fernando VII para abandonar el país.
Se asienta
definitivamente en Burdeos. A pesar de contar con casi ochenta años, su actividad es febril: pinta, estudia,
investiga nuevos procedimientos en grabado (litografía)... En el año 1826 hace un breve viaje a España
para solucionar su jubilación.
Regresa a Burdeos y allí pinta su última obra: La Lechera de Burdeos, obra
en la que parece que ha rejuvenecido su paleta, Goya vuelve a colores ya abandonados y con la utilización
de la pincelada ancha anticipa la técnica de los impresionistas.
Murió en abril de 1828 con ochenta y dos
años de edad.
Conclusión de la obra de Goya
Como resumen, y a modo de conclusión, una vez estudiada la obra de Goya y su evolución nos deben
quedar claros los siguientes puntos:
a) Su producción es inmensa. Cultivó todos los géneros y todos los temas (pintura mural y en lienzo,
grabados, dibujos; temas religiosos y profanos) y en todos dejó huella. Su obra grabada y dibujada iguala
en importancia a la pictórica.
b) Su arte y su técnica no cesan de progresar a lo largo de su vida. La factura de sus cuadros es cada vez
más desenfadada y libre.
c) Es pintor esencialmente colorista. El colorido, primero terroso, se limpia y llena de luz sintiendo cada
vez mayor entusiasmo por los rojos y las coloraciones intensas. Entrado ya el siglo XIX, el negro va
ganando terreno en su paleta.
d) Tiene decidida vocación naturalista y huye del idealismo. Sus obras empiezan reflejando el tema
amable de la vida rococó (primeros tapices), pero se va imponiendo y domina el tono realista.
e) Imaginación extraordinaria, partiendo del comentario satírico y humorista de la realidad, llega a
deformarla y a complacerse en lo monstruoso y en lo puramente fantástico.
f) Desde el punto de vista filosófico y moral, Goya supone una crítica pesimista y dura del ser humano, sus
ambiciones, su crueldad, y todo ello con una visión irónica.
g) Su obra es un documento fundamental de la historia de España: la realidad histórica y pictórica se
entrelazan en ella más que en otros pintores.
h) Es la síntesis genial de la época en que vivió, pero, sobre todo, el iniciador de uno de los cambios más
rotundos en la historia del arte. En varios aspectos es precursor de la pintura moderna:
- Precede al romanticismo, porque da una nueva forma de expresar los sentimientos, introduciendo el análisis psicológico y porque convierte a la masa anónima, a la multitud en la protagonista de muchos de sus cuadros.
- Anticipa el impresionismo en su tratamiento de la luz.
- Antecede al expresionismo porque sacrifica la forma, el detalle a aquellos rasgos que sirvan para resaltar la expresión; simplifica las figuras, insiste en las masas esenciales. 4. Abre las puertas del surrealismo, por su reflejo del mundo subconsciente.